Si quieres descender satisfecho al
infierno
al motín de los diablos que mastican
la pólvora
o a cualquier otra forma parecida al
suicidio
del barrial desamparo de las calles
oscuras
continúa sirviendo a su banquete de
puercos
y a su flota de barcos de papel
color dólar
que aquí me quedo rojo aunque el
horror me asfixie
pero ya no permito que condenen mis
pájaros.
El malón de los yanquis a quien
nadie desarma
haciendo honor y gloria al parkinson
atómico
viene de torbellino con su brutal
costumbre
de enturbiar el espacio entre pluma
y gramilla.
Con las babas a chorros sus leyes
mercaderes
promocionan en créditos su
hiel antiamazónica
cual secta del oprobio en
estado de trance
finaciero, golpista,
petrolero y satánico
envueltos en la máscara de
un dios polietileno
mientras queman de a una
las hojas de la biblia.
Ya no sé a quien pretenden
vender las estrellitas
sus espejos colonos, su
discurso de huesos
porque se tambalean los
puestos del sarcasmo
y el tablón que sostiene
su feria de la muerte.
Ya se funden los hielos de
la opresión mestiza
y avalanzan torrentes a
arrasar con la injuria
no hay presas ni picanas
que detengan al sueño
tan puro como el agua
milenaria en la altura.
Me sumo visceral a este
pleito del mundo
desgarganto la bronca para
frenar las balas
no me guardo por caspa los
pelos en la lengua
y salgo a repudiar su
imperial vedettismo.
No caben en mis uñas las
ganas del desquite
no me sientan las garras
ni los asesinatos
mucho menos su gula
hablando de justicia
con aires de global
silicona mediática.
Porque aún creo en la luz
apuesto a la consigna
de aferrarse a las alas
quebradizas del ángel
ungido con el verde
sentencia de los árboles
que por tramar la vida fue
carbón y destierro
y hoy vuelve con la flecha
musical y certera
bajo el sonido bárbaro del
tambor de los pueblos
con la torcaz plegaria
para que cese el fuego
cuando un niño sonría y
nos diga
esperanza.